El segundo problema del libro es la prosa de González Pedrero. A diferencia de sus libros sobre Santa Ana, donde los excesos prosísticos quedan bien y hablan de la erudición del autor, los ensayos de González Pedrero parecen discursos electorales de cacique priísta (como la mayoría de los militantes de izquierda de México, González Pedrero militó en el PRI antes de
A pesar de todo, vale la pena leer La cuerda tensa por las siguientes razones:
- González Pedrero es uno de esos políticos que ya no hay: a saber, una persona que sabe leer y documenta sus argumentos con referencias académicas. A lo largo del libro, las referencias a Bobbio y Sartori, son recurrentes, así como las digresiones y reflexiones sobre la globalización.
- El último ensayo que aparece en este libro fue escrito a fines de 2005, antes de las elecciones de 2006. En ese sentido, el material del libro está caracterizadopor la cordialidad con las otras fuerzas políticas, la admiración a Octavio Paz, las ansias de diálogo y un deseo de modernizar a la izquierda. Todo eso se volvió anatema y blasfema cuando AMLO y el resto del lumpenproletariado mexicano decidieron que incendiar la institucionalidad del país era lo mejor. Como se ve en el video a continuación, González Pedrero se dejó arrastrar por la vorágine demente de López Obrador, como la mayoría de la izquierda mexicana.
- Los últimos ensayos, escritos después del desencanto que representaron los primeros años de gobierno de Vicente Fox son textos a favor de la instauración de un régimen semi-presidencial en México. La inspiración, como para la mayoría de los intelectuales mexicanos de la generación de González Pedrero, sería Francia. El argumento principal es que esa arquitectura institucional forzaría a la élite política a pactar. González Pedrero, como todos los intelectuales mexicanos que se manifestaron a favor de cambiar la arquitectura institucional del país se equivocaron. Y en ese sentido, como dice Carlos Elizondo, deberían pedirle una disculpa al país y de paso dejar de vivir de becas financiadas con dinero público. Peña Nieto demostró que el problema del país entre 1997 y 2012 fue uno de liderazgo político y no uno de instituciones: más allá de juicios de valor, las reformas peñistas eran impensables hasta hace poco. Era necesario que viniera el PRI "de antes", el partido aplanadora de los dinosaurios para que nos vendiera la idea de modernizar el país. Patético.
Leer La cuerda tensa es un ejercicio de nostalgia, de un país que tuvo una clase política ilustrada y muchas expectativas, pero que al final se quedó con pocas realidades. Vale la pena leerlo a ver si aprendemos algo.
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