En la década de los 1990, cuando España era realmente un faro de esperanza, surgieron Los Rodríguez, un grupo de argentinos y españoles que conquistó a las dos orillas del Atlántico con la notable excepción de México, donde nunca se llegaron a presentar en vivo. En alguna ocasión, Andrés Calamaro dijo que la falta de éxito de Los Rodríguez en México se debió a un tema de promotores; supongo que en parte es cierto, pero en realidad, México estaba, como suele ocurrir casi siempre, viéndose el ombligo y viviendo su propio movimiento musical aparte de América Latina con bandas como Molotov, Café Tacvba, Control Machete, entre muchos otros, que dejaban muy poco espacio a bandas extranjeras con dos excepciones: Héroes del Silencio, que tenía un guitarrista mexicano, y La Ley, cuyos miembros viven, a la fecha, todos en México. México abriría completamente sus puertas a bandas de otros países con el primer Vive Latino de 1998, pero para entonces Los Rodríguez ya habían desaparecido y Andrés Calamaro estaba en un proceso de introspección, pero eso es otra historia.
Los Rodríguez pegaron con tubo porque la combinación de españoles y argentinos no se limitó a homenajear los ritmos tipicos de los dos países de origen de sus miembros, sino a incorporar a su repertorio ritmos de otros países de Hispanoamérica, una canción de José Feliciano, baladitas pop, y rocks ligeros y frescos.
Hasta luego es un disco que vale mucho la pena tanto para los coleccionistas como para los no iniciados.
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