Es muy difícil que una película con mensajes velados a una generación envejezca bien. Es mucho más difícil aún que una película que haga referencia a eventos de la generación anterior sea apreciada al pasar el tiempo. Y es casi imposible si esos mensajes velados permanecen en la memoria colectiva.
Por eso no me gustó El espíritu de la colmena, una película que muchos consideran una obra maestra del cine español. Filmada en 1973, en las postimetrías del franquismo, El espíritu de la colmena es la historia de dos hermanas en un pueblo perdido en medio de España al finalizar la Guerra Civil Española. Debido a la censura todavía prevalente en la época Erice tuvo que valerse de varias alegorías y mensajes escondidos para dar un mensaje que, en realidad, nadie sabie bien a bien qué es, y quizá por eso fue tan exitosa en su momento. La película me pareció lenta, cansina, repetitiva, y sin trama aparente. La cinematografía, por otro lado, es preciosa y vale mucho la pena para los interesados en estudiar y hacer cine.
Pocos países han cambiado tanto como España en los últimos 40 años; para muestra basta la canción "Poco antes de que den las 10" de Joan Manuel Serrat, grabada en 1971, y cuya letra es totalmente anacrónica: hoy las madres le piden a sus hijas que lleguen antes de las 10 de la mañana del día siguiente y sin drogas en el torrente sanguíneo. A la luz de los cambios sociales y económicos que han acontecido en España (una misma generación fue pobre, rica, y otra vez pobre), lo lógico sería que los matices y los códigos de El espíritu de la colmena se pierdan y que las nuevas generaciones dejen de apreciarla.
Y, sin embargo, ese no ha sido el caso. En su 40 aniversario, varios medios, incluido El País, dedicaron mucha tinta y bytes a explicar por qué El espíritu de la colmena es una gran película que vale la pena ser vista. Supongo que eso se debe a que una opinión repetida muchas veces termina por ser verdad. A muchas películas de cine les pasará algo parecido que al Quijote, La Biblia, Mozart, la ópera, y otros elementos de arte clásico que nadie conoce pero todos se aprestan a citar y alabar. Con el cine, lo que pasará (está pasando) es que las audiencias verán las películas viejas sin entenderlas pero repitiendo que son grandes obras para no descuadrar.
La masificación de la cultura no nos está haciendo más inteligentes o más refinados; al contrario...
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