Sunday, May 13, 2012

Santa Evita - Tomás Eloy Martínez

A diferencia de La novela de Perón, Santa Evita es un gran libro en el sentido amplio del término. Ojo: Al igual que La Novela de Perón, Santa Evita también peca de verboso, pero qué le vamos a hacer: Tomás Eloy Martínez es argentino; el parlar es algo que llevaba en la sangre.

Me parece que la diferencia entre los dos libros está en dos cosas: en primer lugar, la historia del cadáver de Evita se presta mejor a la idea de un thriller que la historia de un dictador (o caudillo, o líder, según la sensibilidad polítca del momento) a punto de regresar a casa. Al contar las memorias de Perón La novela de Perón aspira, cuando mucho, a ser la versión argentinizada de El Otoño del Patriarca. Y, al añadir un componente periodístico y de análisis psicológico de los textos escritos por el propio Perón, el libro es un engrudo a medio hacer.

La segunda razón es que, al admitir su dificultad para escribir este libro apenas en el capítulo 3, Martínez se vuelve, interesantemente, en un personaje más de la trama. En general, hay tres tramas que el lector puede seguir: en primer lugar, la de la vida de Evita, contada a través de flashbacks y de las entrevistas (no sabemos si ficticias o reales) de Martínez con una serie de personajes; la del cadáver de Evita, digno de un thriller policiaco de primer nivel; y la del propio Martínez intentando descifrar qué fue lo que pasó con el cadáver entre 1955, cuando Evita murió, y 1971, cuando le fue regresado a Perón. Martínez organiza así un arriesgado juego de espejos en el que recuerda constantemente al lector que la verdad es esquiva. Martínez recuerda al lector que todos sus testigos son partes interesadas, por lo que la trama del libro puede ser una absoluta patraña, pero en realidad eso sólo hace que el lector se vuelva también un personaje de la trama al intentar descubrir quién dice la verdad.

En una entrada publicada por literatura.org, que presenta fragmentos de un final alternativo al libro, se incluye también partes de una entrevista con Martínez, quien considera que Evita fue el primer desaparecido político por las dictaduras militares que asolaron a Argentina. Ciertamente, el objetivo de los militares era desaparecer el cadáver de Evita, pero hay una diferencia entre lo que querían hacer con ella y lo que hicieron las juntas a partir de finales de los sesenta con los activistas políticos: a Evita se le quería dar "cristiana sepultura"; a los militantes se les arrojó al mar con pesos de concreto o se les metió en sacos con cal viva. Desde un punto de vista práctico, lo mejor que se puede hacer con un icono es tirarlo al mar, y si no creen, pregúntenle a los gringos por bin Laden. El hecho de que los militares se hayan tomado tantas molestias y hayan corrido tantos riesgos con el cadáver de Evita habla de cierto sentido del honor por parte de la milicia que se fue perdiendo conforme los miembros más jóvenes de la milicia fueron subiendo en rango y también a medida que el ambiente político en Argentina se fue deteriorando y polarizando.

Para cerrar:

"Cuando llega el momento de votar, los nietos piensan en Evita. Aunque algunos digan que los sucesores de Perón han saqueado a la Argentina que Perón mismo los traicionó antes de morir, de todos modos entregarán sus votos en el altar de los sacrificios. Porque me lo pidió el abuelo antes de morir. Porque el ajuar de mi madre fue un regalo de Evita. Uno busca, lleno de esperanzas, el camino que los sueños prometieron a sus ansias."

Por suerte, siempre tendremos a Mozart para que nos levante el ánimo:

1 comment:

  1. A mí esta novela me parece la menos argentina, escrita por argentino, que he leído jamás. Es una novela para García Márquez. Cuando Carpentier define el realismo mágico de manera terrible en términos de crítica literaria, pero reveladores en el sentido práctico, como algo natural al negro, al indio y al español (pero sobre todo al negro), como algo de nuestra sangre mestiza y nuestro clima tropical, lo menos en lo que pienso es en un argentino. Lo argentino, en ese sentido excluyente y regional, lo veo más en las obras del gaucho, Arlt, "Plata quemada," los compadritos de Borges. Todo esto para decir que la novela esta no me gustó. Los argentinos pueden sufrir terribles dictaduras, incluso mucho peores que las de México, pero lo que no se pueden permitir es escribir realismo mágico (a lo menos no paródico).

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