"These songs represent something of a return to my Ladino roots. This beautiful tradition, which traces its roots back over many centuries, remains with us today thanks to the mothers who sang and taught these songs to their daughters in the home, and to the fathers who sang some of these songs in the synagogue and in the process taught them to their sons. A number of these songs have strong Turkish influences where the continuity is defined more by the music rather than the verses. The lyrics therefore, may at times seem rather quirky."
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En las siguientes semanas escribiré sobre música sefardí. Como suele ocurrir con todo lo que tiene que ver con Iberoamérica, mientras la lengua ladina y su cultura perecen sin remedio, en Francia y en Estados Unidos crece el interés por ella. Me gustaría creer que eso cambiará eventualmente y el ladino, ese hermano apestado del castellano, el catalán, el gallego, y el euskera, resurgirá, pero no será así: en España ya tienen demasiados problemas con sus idiomas vivos como para todavía preocuparse de los muertos, y en lo que hoy se le conoce como América Latina basta decir que algo tiene que ver con España para que de inmediato se le mire con recelo y se le condene al ostracismo. Por otra parte, en Israel, por muchas razones que todos sabemos, y otras que no sabemos, la tendencia es a revivir el hebreo y dejar de lado al ladino y, en menor medida, al ashkenazi.
La razón por la que estoy tan seguro de la muerte del ladino es la misma proliferación de música intentando recuperar y promover la lengua. Todo será en vano Si algo sabemos los latinoamericanos es que la proliferación de obras (musicales, pictóricas, etc.) "celebrando" la identidad de culturas que uno cree muertas es signo inequívoco de que la cultura en cuestión está más muerta que viva.
El ladino morirá, como han muerto tantas y tantas lenguas a lo largo de la historia del mundo. Será una muerte definitiva: a diferencia del deceso del latín o de las lenguas de algunas culturas prehispánicas, que en su muerte dieron vida a un sinfín de variedad de lenguas y de riqueza lingüística, el ladino será un árbol estéril. Será, también, una muerte triste: con el ladino, una parte importante de la identidad del Mediterráneo pasará, definitvamente, al rincón de la Historia.
Nos quedarán los discos, las ediciones especiales de libros viejísimos desconocidos, las exposiciones de museos, y la restauración de algún manuscrito que habrá pasado los últimos 800 años pudriéndose. Si no fuera por el antisemitismo que aún vive en España y en sus antiguas colonias, podría presagiar que el ladino se convertirá en bandera política cursi.
Antes de que todo eso pase, yo quisiera reseñar obras (música en su mayoría) de artistas reivindicando la tradición oral ladina. Mano Suave de Yasmin Levy es el primero en la lista. Las pistas que componen este disco son, por lo general, muy buenas. Si acaso, "Odecha" es un poco larga y "Por la mía", aunque brillante desde un punto de vista musical, desentona un poco con el resto del álbum.
La mezcla de instrumentos de todas partes del mundo, incluída África del Oeste, fluye naturalmente, y la forma en que la voz de la propia Yasmin se convierte en instrumento es simplemente brillante.
Las dos mejores canciones son, a mi parecer, "Una Ora", que es simpatiquísima en un contexto moderno (la kulevra de tu ermana / ah, no mos desha, ah! no mos desha / azer el amor), y "Una Noche Más", composición en español de la propia Levy.
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