Tuesday, February 8, 2011

Entre razón y religión. Dialéctica de la secularización. Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger

Dentro del público educado en Occidente, pocos duelos intelectuales han sido tan seguidos y publicitados como el que protagonizaron Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger el 19 de enero de 2004 en la Universidad Católica de Baviera, semanas antes de que Ratzinger se convirtiera en Benedicto XVI. En esa ocasión, Habermas y Ratzinger discutieron sobre los fundamentos teóricos y morales del Estado. La pregunta central es si la democracia liberal puede sostenerse por sus propios principios éticos, o si "necesita" de postulados morales divinos que antecedan su existencia para tener coherencia.

En 2008, el Fondo de Cultura Económica publicó, como parte de su colección Centzontle, Entre razón y religión, el cual recoge los discursos pronunciados por el filósofo y el clérigo. El escrito de Habermas es de muy difícil comprensión, pero no sé si este es el caso porque sea muy denso o porque simplemente no hay traductores competentes del alemán al español. El texto de Ratzinger, por el contrario, es muy claro. 

Aunque Habermas y Ratzinger parten de marcos conceptuales distintos, ambos terminan por coincidir en la necesidad de enfatizar la tolerancia. Ratzinger, no obstante, va un paso más allá y pone de cabeza el pseudo-argumento posmoderno de que nada ni nadie puede adjudicarse la razón absoluta para promover una agenda deísta que busque el punto común y el diálogo entre civilizaciones. Según Ratzinger, ni el liberalismo ni el cristianismo alcanzan para comprender el mundo, por lo que es necesario ir un paso más atrás y reconocer que hay una inteligencia superior llena de bondad que dicta los fundamentos morales de la sociedad. Alguien debería decirle a este ilustre defensor de pederastas que lo único para lo que ha servido la religión es para sembrar discordia entre los hombres. Las Cruzadas, la Guerra de Treinta Años, y el conflicto entre Israelíes y Palestinos, por mencionar sólo tres conflictos visibles y reconocidos a nivel mundial, se han visto agravados por el componente religioso.

Y sin embargo, es muy difícil no ser persuadido por el argumento de Ratzinger. Mientras Habermas se revuelve en las trampas de la jerga filosófica, Ratzinger habla claro y al punto. Y es que, ¿qué es un filósofo, con todas sus ambiciones y sus pequeñeces, que se reflejan en sus tecnicismos, ante una institución de 2,000 años de existencia que cree realmente que tiene una misión y una agenda divina?

Me temo que los ateos activistas tenemos la partida perdida de antemano: por más gente que logremos convencer de que la religión es un absurdo, sólo le estaremos haciendo un daño minúsculo a instituciones que, como el judaísmo, el Islam, o los cristianismos, están diseñadas para durar para siempre.

Así va el mundo y no habrá otro, como diría don José.

1 comment:

  1. No se decepcione mi estimado Cempa, la lucha no está perdida. El otro día vi un programa grabado en Puebla, donde grandes luminarias de la ciencia discutían sobre el ateísmo y religión. Que una discusión de esas se diera, y en Puebla, ya era ganancia. Además, la argumentación de Richard Dawkins (el gen egoísta) es tan clara, directa y efectiva como la de cualquiera que se pare en un altar.

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