Sunday, January 30, 2011

Memorias del subdesarrollo - Tomás Gutiérrez Alea

¿Yo era como él antes? Es posible. La revolución, aunque me destruya, es mi venganza contra la estúpida burguesía cubana, contra los cretinos como Pablo.
-Sergio Carmona Mendoyo (Sergio Corrieri)

Mal anda un régimen cuyas películas propagandísticas parecen, en retrospectiva, críticas despiadadas.

Me explico. Películas como El acorazado Potemkin o Alexander Nevsky, de Sergei Eisenstein, hacen que  los ideales soviéticos parezcan heroicos y dignos de ser perseguidos a pesar del tiempo y de la caída de la propia Unión Soviética. La propaganda soviética ha envejecido con gracia, en parte porque le vendía, primero a los rusos y luego a la humanidad entera, la idea de que existían ideales nobles y un futuro justo que trascendían la existencia individual y por los que valía la pena luchar.

Algo muy diferente ha pasado con la propaganda cubana, que lo único que le ha vendido al mundo desde que cayó la Unión Soviética es que la vida es resistencia, un eterno purgatorio. ¿Alguien se imagina un futuro mejor para Cuba que no sea la muerte de los Castro? (y lo de mejor depende de tantas condiciones que hay que tomarlo con asegunes). Acaso la mayor tragedia de Cuba sea que no ha podido encontrar ninguna épica que no sea la de sobrellevar el bloqueo.

Pero me estoy desviando. De lo que quería hablar es de Memorias del subdesarrollo, película cubana de 1968 que pretende fusionar el género documental con el género ficción. La película está fuertemente influenciada por la nouvelle vague francesa: sus silencios y minimalismo ambiental son más apropiados en una película de Godard que en el trópico. La película presenta cómo Sergio, un burgués que decide quedarse en Cuba mientras toda su familia y amigos se van a Miami, ve nacer un nuevo orden que no alcanza a entender. Sergio, entonces, se dedica a cortejar a su sirvienta y a dormir con Elena, una adolescente que a la postre le dará muchos dolores de cabeza. Sergio no es ni revolucionario ni contrarrevolucionario. Es, como le dijera Elena, nada.

Por lo general, los directores de películas de la nouvelle vague y sus imitadores latinoamericanos no son claros en cuanto a los mensajes que intentan transmitir (algo que presentan como signo de sofisticación y de lo que se enorgullecen, los muy cabrones), pero me imagino que, al presentar a Sergio como un abusador de mujeres débiles y frágiles, Memorias del subdesarrollo pretende hacer un símil con la situación de desventaja en la que se encuentran las naciones latinoamericanas frente al imperialismo. Además, al presentar al burgués como un ser tibio, que ni pincha ni corta, la película pretende mandar un mensaje claro sobre quiénes son las personas en las que puede confiar la revolución.

Pero esa es mi interpretación. Estoy seguro que algún crítico de cine marxista (enemigo de los poderosos) tendrá otra, mucho menos kapitalistas y con palabras más rebuscadas.

Lo más valioso de la película es el juego de cámaras y cortes, que llevan del tiempo presente a la mente de Sergio, sus divagaciones y sus recuerdos, así como a discursos del Comandante Fidel, o tomas de la televisión. La película es un poco lenta y sus silencios aumentan el torpor con que se desarrolla.


Políticamente, la película es triste, como todo lo que tenga que ver con Cuba que no sean putas, tabaco, o turismo para europeos y latinoamericanos pudientes. Y es que la realidad terminó desmintiendo a Memorias del subdesarrollo. La razón la tuvieron los que se fueron, la gente a la que Sergio tanto despreciaba y que tenían miedo de que Cuba se convirtiera en una nación tan pobre como Haití, como lo es ahora. Los que tuvieron razón fueron los que, como Pablo (el amigo burgués de Sergio que huyó a "la gusanera"), se fueron hartos a Miami porque en las gasolineras les decían que no tenían aceite para coche pero que igual se los podían checar. 

Lo más trágico de Memorias del subdesarrollo no es el proceso psicológico mediante el cual Sergio se convierte en una ruina física y mental tras ser un hombre atractivo, sino que, al tomar técnicas de documental "objetivo", le da voz a los críticos de la Revolución Cubana a los que pretende mostrar como traidores.

Memorias del subdesarrollo presentó a los burgueses como gusanos que huyen o son displicentes hace 40 años. Hoy parecen ser los únicos que tenían idea de qué estaba pasando en el país. Lástima que Fidel haya vivido más que ellos y hayan perdido la batalla de la historia.

Memorias del subdesarrollo está disponible gratis aquí.

Nota: hasta hace poco, cuando alguien decía que Cuba era un país pobre, la respuesta automática era (al menos en México) "que al menos ahí nadie se muere de hambre y la gente está educada y tiene acceso a la salud." Podría hacer ligas a cientos de artículos que muestran cómo los mitos de la educación y la salud cubana son sólo eso:mitos. Pero corro el riesgo de que se me tache de contrarrevolucionario. Lo que sí voy a decir  es que, en 2010, Cuba no fue incluída en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU porque su moneda no es convertible y por lo tanto no se puede medir qué tan bien vive un cubano (aquí está el reportaje de la BBC, herramienta del imperialismo, al respecto). En otras palabras, Cuba es un universo paralelo que no se puede comparar con el resto del mundo. 

2 comments:

  1. Estimado Cempa, mejor ni incluyas el link de la peli, con tus comentarios no dan ganas si quiera de ver el trailer.
    Reconciliate con el cine cubano, chécate: La muerte de un burócrata. Graciosísima crítica al sistema burócratico comunista, realizada en 1966.
    Otro hecho también remarcable es que, a pesar de todo, pueden presumir de una de las mejores literaturas del siglo en español: mucho más original, por ejemplo, que la española.
    Los de la nouvelle vague son unos cabrones.

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  2. Mi querido amigo.
    La muerte de un burócrata es una gran película. Espero poder escribir pronto sobre ella.
    Y sí, estoy totalmente de acuerdo contigo. Los cubanos compensan su mal cine con su excelente literatura.

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