Pero, tampoco, nunca, me perdonaré si yo me porto mal.
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¡Los quiero tanto a todos! Que cualquier daño hecho, con mi nombre sea maldecido para siempre.
Es triste leer cartas de amor. Es aún peor leer las de alguien más, sobre todo cuando sabemos que el romance en cuestión terminó mal. En ese sentido, las Cartas a Clara de Juan Rulfo es uno de los libros más tristes reseñados en este blog, junto con -curiosidades del destino- La correspondencia entre Benito Juárez y Margarita Maza, otro libro de epístolas amorosas.
Alrededor de la mitad del libro, una de las "recomendaciones para los lectores" que me vino a la mente fue no leer el libro de tirón: leer carta de amor tras carta de amor, siempre en los mismos términos, utilizando las mismas expresiones, y en el mismo tono, es ciertamente tedioso. Pero al terminar, me di cuenta que la recomendación es exactamente la contraria: hay que leer este libro de corrido. La razón es la siguiente: como si fuera una novela o una obra de narrativa, el final del libro rompe totalmente con la dinámica previa y nos revela una evolución por parte de los personajes -sobre todo de Rulfo.
(***lo que sigue es un spoiler del libro; si el lector realmente quiere leerlo, se recomienda no continuar***)
De las 84 cartas que Rulfo le escribió a Clara Aparicio, 76 fueron redactadas antes de su boda. Como ya mencioné, salvo algunos detalles curiosos, estas epístolas son muy similares entre sí. Casi se puede decir que uno lee una y es como si leyera todas. No obstante, desde el punto de vista literario y biográfico vale la pena recorrerlas todas porque se nota que Rulfo era un hombre auténticamente feliz cuando escribía, y sobre todo cuando recibía, las cartas de Clara Aparicio. Rulfo pasó la mayor parte de su vida deprimido. Él mismo lo dijo en varias ocasiones, y así lo testifican su alcoholismo (adicción que luego cambió por la Coca Cola, misma que luego volvió a cambiar por el alcohol de nueva cuenta) y la soledad en la que vivió toda su vida (¿cuántos genios literarios nos estaremos perdiendo por culpa del maldito psicoanálisis y la sobrevaloración de la felicidad que padece la cultura actual?). Quizá los únicos años relativamente felices de su vida fueron los 4 que pasó lejos de Clara, añorándola e idolatrándola como sólo puede hacerlo un auténtico enamorado a la distancia, pensando en el día de la boda, y en la sonrisa de la amada.
Las otras 8 fueron escritas entre el regreso de la luna de miel y el nacimiento del segundo hijo de la pareja. Es esta la época en la que Rulfo trabajó como agente ambulante de ventas de neumáticos por todo México, tomando las fotos que tanto le gustaban a los gringos de la época y a los burgueses de La Condesa de hoy. En una de sus cortas estancias en el D.F., Rulfo le hizo otro hijo a Clara, que decidió regresar a su natal Gudalajara para "aliviarse" allá. Casi inmediatamente después de la partida de Clara, Rulfo deja de viajar por cuestiones de trabajo...
En los días de las últimas 8 cartas, Rulfo todavía amaba a su mujer, no caía en las garras del alcoholismo, y estaba fascinado con su hijita, a la que veía poco. Y sin embargo, el tono de las epístolas ya cambió. El hombre que escribe no es el de unos años atrás, que siempre caía en la cursilería y los recursos estilísticos simplones. Ahora predominan las quejas sobre los jefes, el trabajo, la falta de dinero (Rulfo le pedía prestado a la esposa para comprar rollos de fotografía...), la rutina, y cómo la casa poco a poco va cayendo en un estado de caos que, evidentemente, Clara debió limpiar al regresar de Guadalajara con dos hijos (Rulfo le haría dos más...).
Aunque haya miles de textos publicados sobre él (este es mi favorito), la realidad es que sabemos poco de la vida privada de Rulfo. Su amigo Juan Ascencio le hizo una biografía no autorizada en 2005 que no tuvo éxito comercial, en gran parte porque dejaba muy mal parada al propio Rulfo, a la familia y a la intelligentsia mexicana general (al que le interese, el libro se puede comprar por 80 euros en amazon.es). Y, sin embargo, sí conocemos el epílogo al amor juvenil entre Juan y Clara: Juan escribió sus dos libros y se convirtió en Rulfo. Después se volvió alcohólico y se convirtió una ruina humana; Clara lo encerraba en la casa para que no saliera e iba a recogerlo a los bares.
Rulfo era un hombre que amaba a su mujer. Y después la vida se interpuso.
De Clara Aparicio sabemos aún menos. Las 84 cartas la pintan como un ser más allá de lo humano. La devoción que Rulfo sentía por ella era religiosa y no nos permite ver quién era ella realmente. Este libro nos dice mucho sobre él, pero casi nada sobre ella. Lo que sí sabemos es que, junto con los hijos, se peleó con Grupo Editorial Planeta y con la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para poder explotar al máximo el nombre (la marca) "Juan Rulfo". Los libros de Rulfo ahora los publica la poderosísima Editorial RM. No sé quién haya asesorado a la la familia Rulfo Aparicio ni si el análisis costo-beneficio que seguramente hicieron les resulte positivo a la larga. En términos literarios, a escritores con menos renombre, como Rafael Alberti por ejemplo, los líos entre herederos, o entre herederos y editoriales, les ha ocasionado caer en un olvido prematuro. No creo que sea el caso de Rulfo, al menos en los próximos 50 años, ya que todavía tiene buena prensa y seguidores en todo el mundo de habla hispana, pero uno nunca sabe. Si pudiera ver el futuro, compraría boletos de lotería más seguido.
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Al preparar este post, encontré dos entrevistas a Juan Rulfo en youtube, mismas que se reproducen a continuación. Ambas entrevistas fueron hechas en España. Además de decirnos sobre Juan Rulfo lo más que pueden decir dos conversaciones con un hombre taciturno amante del silencio, estos dos videos también nos revelan mucho sobre la evolución de España, o al menos sobre los medios españoles. La primera entrevista fue hecha a fines de los 70s por Joaquín Soler Serrano en el programa A fondo. La segunda fue realizada por Mercedes Milà, 6 ó 7 años después. Soler era, en todo el sentido de la palabra, un caballero; Milà es, como dice uno de los comentaristas en youtube, una persona frívola (y estúpida añadiría yo). En la época de la entrevista de Soler, España quería descubrir el mundo tras 40 años de oscuridad franquista; era necesario volver a entrar en contacto con las antiguas colonias que, dicho sea de paso, eran de donde salían los mejores escritores de la época. En la época de Milà, España ya era más rico que las antiguas colonias (otra vez), empezaba a mirar al futuro europeo, y comenzaba a recibir inmigración de sudacas y moros. Me imagino que parte de ese cambio socioeconómico explica la diferencia en el trato a Juan Rulfo...
No había pensado en la diferencia profunda de las dos entrevistas, a mí el Soler me encanta, su entrevista con Borges quizá sea el último ejemplo de lo que podríamos llamar humor e ironía entre dos caballeros (uno mucho más inteligente que el otro).
ReplyDeleteUna buena biografía de Rulfo, aunque en realidad se trata más bien de una cronología muy detallada, es el libro de Bonilla: Un tiempo suspendido. En realidad es triste que en México no haya una sola biografía, verdadera, de Rulfo, Octavio Paz, Alfonso Reyes ni Carlos Fuentes; estamos esperando a que un gringo o un inglés vengan a hacerla (como Edwin Williamson lo hizo con Borges, aunque Borges también tiene la de Emir Monegal).
Gracias por la mención.
Muy bueno el texto!