Lo que hace 50 años fue considerado blasfemo y atrevido es, hoy, materia corriente en el cine. Más de un estudio de cine de masas en México o en España, y quizá incluso en Estados Unidos, filmaría algo similar a Viridiana. Las referencias eróticas (Viridiana rehusándose a ordeñar una vaca porque las ubres parecen miembros viriles; el ménage a trois del final) se entienden mejor y por más gente ahora que hace 50 años. De hecho, desde un punto de vista erótico y obsceno, Viridiana ya fue superada. Lo que no ha sido superado es el refinamiento de la película: los diálogos escuetos de los personajes de la película, el sentido de realismo de los personajes, y el ambiente lúgubre de la película son elementos que hacen de Viridiana un producto refinado, no una película de adolescentes gringos en una granja contando chistes vulgares.
Vale la pena ver Viridiana por tres razones: en primer lugar, por su significado histórico; Viridiana es, sencillamente, una de esas películas que "hay que ver" para entender y disfrutar mejor el cine. En segundo lugar, y esto concierne casi exclusivamente a los mexicanos, porque es difícil concebir a Silvia Pinal en un papel serio y erótico; los exigentes dirán que su imitación del acento español no es creíble y tendrán razón, pero es un pequeño detalle que podemos obviar, creo yo. La tercera y última es porque es sorprendente lo española que es Viridiana en su concepción y realización. Es difícil creer que una persona que pasó casi 30 años exiliada pueda reconectar tan fácilmente con su pasado y hacer un producto tan identificable con su país. Uno puede ver el cariño entrañable y el respeto que Buñuel sintió por cada uno de los personajes a través de toda la película, y eso es algo que vale la pena ver.
A continuación pueden ver una entrevista con Silvia Pinal sobre Buñuel, Viridiana, y cómo ésta terminó siendo una producción mexicana a pesar de haber sido filmada y pagada (en parte) con dinero español. Vale mucho la pena.
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