Normalmente me gusta escribir en el idioma original en el que está hecha una obra. Pero me gustaría hacer una excepción con The Pearl, porque creo que esta película concierne más a los mexicanos que al público angloparlante.
La mayoría de las críticas a la película en Amazon o en IMDB coinciden en que la película es pésima: la cinematografía es deprimente, el casting está mal hecho (gringos a medio broncear que pretenden ser mexicanos de la costa de Baja California), las actuaciones son poco creíbles, y las escenas de violencia son de risa. Los únicos comentarios positivos son de profesores de inglés de primaria que señalan que, dado que las diferencias entre la película y el libro son tantas, la película les sirvió para detectar qué alumnos habían visto la película en lugar de leer el libro, o para iniciar debates entre sus alumnos sobre cómo el libro pudo tener finales distintos, o cuáles son los puntos en los que la historia puede ser diferente.
No puedo comentar sobre las diferencias entre la película y el libro dado que no he leído la obra de Steinbeck, pero suscribo los demás comentarios: The Pearl es simplemente patética, combinación mal hecha de documental de National Geographic sin presupuesto, de The Blue Lagoon, la trilogía de Pepe el Toro, y cualquier película mala que se les ocurra.
Cuando hice mi investigación para este post encontré el por qué. Alfredo Zacarías, el director, lo fue también de muchas películas mexicanas hechas durante la era nefasta del cine de ese país: en su haber tiene una de las últimas de Tin Tan, todas las de Chucho el Roto, El Santo contra Capulina, y la legendaria (por mala) Karateca Azteca, también con con Capulina. Cabe destacar que Zacarías ya había hecho sus pininos en el cine estadounidense en 1978 con The Bees, una película de terror-ficción que emula a las de El Santo.
La dirección de Zacarías explica todo. Las tomas hechas las 10 de la mañana con el sol de frente vienen de Chucho el Roto; las escenas de violencia ridículas, de El Santo y Karateca Azteca; el drama barato es congénito a la época en la que el director dirigió en México.
La pregunta, por lo tanto, no es por qué The Pearl es tan mala, sino por qué diablos alguien decidió financiar esta basura. En realidad, nadie arriesgó dinero. Zacarías la financió de su bolso a través de sus dos compañias productoras. La distribución en DVD estuvo a cargo de Maya Entertainment, una compañía hasta hace poco especializada en distribuir cine chicano de bajo presupuesto en Estados Unidos.
The Pearl fue, al parecer, la última película dirigida por Zacarías. A excepción de Lukas Haas, ninguno de los actores que participaron en esta producción triunfó. Jorge Rivero y Richard Harris, dos actores consolidados, actuaron en este churro. De Rivero no me extraña, pero sí de Harris; quizá era amigo personal de Zacarías y decidió actuar en esta película como un favor.
Hacer cine en Estados Unidos no es barato, incluso grabando en locación como lo hizo Zacarías, quien hizo fortuna en la época en la que el cine en México recibía una cantidad ridícula e insultante de subsidios gubernamentales. No sé si The Pearl fue un capricho personal de dirigir en Estados Unidos antes de morir o retirarse, o si Zacarías creía que estaba haciendo arte y que podría llegar a ganar algún premio que consagrara su larga carrera. Lo que sí es un hecho es que el "abandono gubernamental" del que se tanto se quejan las personas relacionadas con el cine en México ha hecho que los directores mexicanos se vuelvan más creativos, más competitivos, más responsivos a los gustos del público y, eventualmente, con mayor proyección internacional. Nos podrán gustar o no las películas gringas de Cuarón o del Toro, pero cualquier persona con dos dedos de frente reconoce que la más mala de ellos es infinitamente superior a The Pearl.
The Pearl no vale la pena para nada. Las tomas de la naturaleza de Los Cabos, que son lo más rescatable, son superados por cualquier video en Youtube, como este:
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